Y le fue dado un rollo del profeta Isaías, y tras abrir el rollo, encontró el lugar donde había sido escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí... (Lucas 4,17-18a traducido del texto griego Nestlé-Aland). BLOG DEDICADO AL ESTUDIO Y A LA INTERPRETACIÓN DE LA BIBLIA.

jueves, 16 de enero de 2014

Estudio sobre Juan 1,29-34. Aporte para la Misa del 2° Domingo del año (A)



 
29 Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. 30 A él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo. 31 Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel». 32 Y Juan dio este testimonio: «He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él. 33 Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: "Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo". 34 Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios». (Juan 1,29-34).



Introducción
 
La sección litúrgica coincide espléndidamente con la perícopa bíblica: 1,29-34. En una mirada contextual podemos observar que forma parte de "una semana" en el Evangelio de Juan:[1] 
 
1er. día (1,19-28) El protagonismo lo ocupa Juan Bautista y Jesús no está presente.
2do. día (1,29-34) "Al día siguiente" (v.29). Sigue Juan Bautista y se presenta Jesús.
3er. día (1,35-42) "Al día siguiente" (v.35). Sigue presente Juan Bautista pero dos de sus discípulos deciden seguir a Jesús.
4to. día (1,43-51) "Al día siguiente" (v.43.). El protagonismo lo tiene Jesús y Juan Bautista no está presente.
Fin de la semana (2,1-11) "Y al día tercero" (v.1). Narración del signo de Caná.
 
Así, en el relato, va decreciendo el Bautista, va creciendo Jesús y llega a su clímax con la manifestación de su gloria en las bodas de Caná. De hecho, en el Evangelio joánico la figura del Bautista no es más que un testigo de Jesucristo: en el 1er. día el Bautista se ha presentado despojándose rápido de los tres títulos más esperados por la apocalíptica judía: Mesías, el Profeta (nuevo Moisés) y Elías. Luego, es identificado con "la voz en el desierto" (1,23) coincidiendo con todos los sinópticos en este punto (cf. Isaías 40,3). Así, en el Cuarto Evangelio, mientras Jesús es "el Logos", el Bautista es sólo "la voz".
 
Género literario
 
Se trata de un relato o narración. Podemos decir "relato cristológico" porque el genio del evangelista, inspirado por el Espíritu, describe toda una cristología en pocas palabras.
  
Análisis de expresiones y temas claves
 
Lo más rico del estudio de esta perícopa se encuentra en las expresiones y temas claves, así que vayamos directamente hacia allí.
 
"El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (v.29). Hay tres grandes asociaciones[2] que  suelen estar presentes en muchas predicaciones. Pero veamos que se ha estudiado respecto a esta expresión:
 
1) El "Cordero de Dios" en sentido apocalíptico, como figura de un guerrero que triunfa contra el mal (como en el libro del Apocalipsis):
"En la apocalíptica judía, y en el contexto del juicio final, aparece la imagen de un cordero victorioso que aniquilará el mal que hay en el mundo".[3] Pero esta asociación encuentra muchas dificultades, en especial, que los términos griegos son distintos (amnós el Evang. y arníon el Ap.) y además para el evangelista el "Cordero de Dios" no es una figura violenta como podría ser en Ap. 6,6-17, aunque se discute.[4]
 
2) El "Cordero de Dios" como Siervo Sufriente:
Se basa en la asociación con Isaías 53,7.12 y Jeremías 11,19. Pero encuentra la dificultad que en los textos veterotestamentarios no se llama "cordero" al Siervo de YHWH" sino que funciona como un "cordero" en cuanto a su mansedumbre. Además, no "quita el pecado" sino que "lleva los pecados".
 
3) El "Cordero de Dios" como cordero pascual.
Se basa en una asociación con Ex 12,3 y ss. reforzada por la inclusión joánica de "no quebrar los huesos del Mesías" (Jn 19,36). La dificultad principal es que para el AT y el judaísmo en general el "cordero pascual" no quita pecados, no expía pecados, no lleva pecados.
 
Entonces, estas tres asociaciones con el AT encuentran serios problemas como para relacionarlas con el "Cordero de Dios" joánico. En este punto, resulta harto interesante recordar la sugerencia de León-Dufour:
 
"Sin embargo, es posible una solución: al evocar al cordero pascual, el Bautista joánico anunciaría no ya el misterio de la cruz, sino la liberación que Dios va a realizar por medio de ese hombre, una liberación de la que era prototipo la liberación de Egipto, sin que aparezca entonces ninguna connotación sacrificial; de esta forma se recobraría el sentido profundo de la pascua, fiesta que anuncia toda liberación, actual y escatológica"..."En nuestra opinión, Jesús es ciertamente el «cordero» de Dios, pero no en el mismo sentido (y mucho menos en el mismo plano) que los corderos de los sacrificios judíos; lo es por el hecho de que, por sí sola, su venida suprime de parte de Dios la necesidad de los ritos por los cuales, durante el tiempo de la espera, Israel tenía que renovar continuamente su vínculo existencial con YHWH. Constatando que con la presencia del Mesías se ha hecho ya realidad la promesa de la salvación —se ha perdonado el pecado de Jerusalén, decía Is 40,2, el Bautista expresa en una imagen densa de contenido que con Jesús Dios concede la plenitud del perdón a Israel y al mundo. Jesús no es aquí la nueva víctima cultual, sino aquel por el que Dios interviene ofreciendo a los hombres la reconciliación perfecta con él".[5]
 
Jesús preexistente (v.30).
 
Aunque Jesús "fuera detrás del Bautista" aludiendo a un probable discipulado o al menos a una presentación cronológica posterior al ministerio de Juan: "Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo.", sin embargo, es anterior al Bautista tal como ha sido proclamado en el prólogo del Evangelio (Jn 1,1.30).
 
Juan ha recibido una revelación (v.31).
 
Juan reconoce que su testimonio responde a una revelación de Dios y no a un conocimiento natural: 31 Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel»... 33 Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: "Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo". 34 Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios».  
 
La teofanía del Espíritu Santo descendiendo como paloma (v.32).
 
No se trata de una ontología: "el Espíritu Santo es una paloma", sino que es una comparación de cómo ha descendido el Espíritu: como "el vuelo de una paloma" Y Juan dio este testimonio: «He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él. La Biblia no es un tratado de filosofía griega sino que, muchas veces, se expresa en términos funcionales. El Bautista ha visto y sigue viendo (tethéamai) al Espíritu permaneciendo en Jesús, en este sentido puede compararse con Gn 1,2 y porque todo este contexto evangélico (ver Introducción) se puede comparar con una "nueva creación". Jesús es quien bautiza con el Espíritu Santo porque ha descendido sobre él y permanece en él.
 
Jesús es el Hijo de Dios (v.34)
 
Así concluye el testimonio del Bautista: Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios. Para el evangelista Jesús no es Hijo de Dios por un milagro al nacer (como en Mt y Lc), sino que Cristo ya existía en el plano celeste antes de su manifestación en la tierra (17,5.24).[6]
 
 
Prof. Mauricio Shara 





[1] Seguimos a Luis H. Rivas, El Evangelio de Juan, Buenos Aires, San Benito, 2005, 137-152.
[2] Aunque hay más p.e. la asociación con Isaac (Gn 22,8).
[3] Raymond Brown, El Evangelio según san Juan. Tomo I, Madrid, Cristiandad, 1999, 267.
[4] Para más profundización respecto al "Cordero de Dios" ver: C.H. Dodd, Interpretación del Cuarto Evangelio, Madrid, Cristiandad, 1978, 235-244.
[5] Xavier León-Dufour, Lectura del Evangelio de Juan. Tomo I,  Salamanca, Sígueme, 1988, 138.
[6] Cf. C.H. Dodd, Interpretación, 254-265.

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