Y le fue dado un rollo del profeta Isaías, y tras abrir el rollo, encontró el lugar donde había sido escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí... (Lucas 4,17-18a traducido del texto griego Nestlé-Aland). BLOG DEDICADO AL ESTUDIO Y A LA INTERPRETACIÓN DE LA BIBLIA.

jueves, 2 de julio de 2015

Gema bíblica: Gn 21,15 - "Los matorrales y el Dios de los desventurados"


"Cuando se acabó el agua que llevaba en el odre, puso al niño debajo de unos arbustos" (Gn 21,15)


En el relato de Gn 21, 9-21 nos presenta peleas familiares en las que dominan el hastío, la hostilidad, el rencor, el revanchismo. Curiosamente, Dios se mantiene ausente en toda la primera parte de este relato sobre la expulsión de Agar y su hijo Ismael (vv.9-16):

Sara vio que el hijo de Agar, la egipcia, jugaba con su hijo Isaac. Entonces dijo a Abraham: «Echa a esa esclava y a su hijo, porque el hijo de esa esclava no va a compartir la herencia con mi hijo Isaac». Esto afligió profundamente a Abraham, ya que el otro también era hijo suyo. Pero Dios le dijo: «No te aflijas por el niño y por tu esclava. Concédele a Sara lo que ella te pide, porque de Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre. Y en cuanto al hijo de la esclava, yo hará de él una gran nación, porque también es descendiente tuyo». A la madrugada del día siguiente, Abraham tomó un poco de pan y un odre con agua y se los dio a Agar; se los puso sobre las espaldas, y la despidió junto con el niño. Ella partió y anduvo errante por el desierto de Berseba. Cuando se acabó el agua que llevaba en el odre, puso al niño debajo de unos arbustos, y fue a sentarse aparte, a la distancia de un tiro de flecha, pensando: «Al menos no veré morir al niño». Y cuando estuvo sentada aparte, prorrumpió en sollozos.

Los matorrales o arbustos son típicos del desierto y de la estepa. En el segundo relato de la creación dice que aún no había ni siquiera matorrales o arbustos porque aún no había llovido sobre la tierra (Gn 2,5). Job en su último discurso hace una descripción de los desventurados en su último discurso, allí aparece dos veces la palabra "matorrales":

Agotados por la penuria y el hambre, roían el suelo reseco, la tierra desierta y desolada. Arrancaban malezas de los matorrales y raíces de retama eran su alimento. Se los expulsaba de en medio de los hombres; se los echaba a gritos, como a un ladrón. Habitaban en los barrancos de los torrentes, en las grietas del suelo y los peñascos. Rebuznaban entre los matorrales, se apretujaban bajo los cardos ¡Gente envilecida, raza sin nombre, echados a golpes del país!

Hasta aquí podríamos preguntarnos como hace mucha gente ¿Dónde está Dios? ¿Por qué triunfan los fuertes y fracasan los débiles? ¿Por qué Dios no defendió al pequeño Ismael?

Agar lo deja bajo los matorrales, como último recurso de la protección maternal, pero Dios es misericordioso, escucha al niño bajo los arbustos, se enternece y le habla a Agar:

Dios escuchó la voz del niño, y el Ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo: «¿Qué te pasa, Agar?», le dijo. «No temas, porque Dios ha oído la voz del niño que está ahí. Levántate, alza al niño y estréchalo bien en tus brazos, porque yo haré de él una gran nación». 19 En seguida Dios le abrió los ojos, y ella divisó un pozo de agua. Fue entonces a llenar el odre con agua y dio de beber al niño. Dios acompañaba al niño y este fue creciendo. Su morada era el desierto, y se convirtió en un arquero experimentado. Vivió en el desierto de Parán, y su madre lo casó con una mujer egipcia.

Dios es el primero que le habla a Agar en este relato, Abraham y Sara sólo hablan sobre ella pero no a ella. Y Dios ya no se dirige a ella como la "esclava" sino por su nombre. Los esfuerzos desesperados de la madre encuentran una continuidad en el cuidado del Dios de los desventurados, de los parias, de los excluidos, de los débiles. Ismael será acompañado en su crecimiento por Dios mismo y su madre completará su vocación casándolo con una egipcia. Los matorrales permiten llamar la atención sobre el niño en peligro de muerte y experimentar una empatía con Agar en relación al ser indefenso que sufre sin saber por qué sufre, sin saber por qué ha sido excluido de la vida. Nuestra solidaridad ha de mirar hacia los matorrales, así lo hace Dios y así lo debemos hacer nosotros.


Prof. Mauricio Shara

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